Hace muchas, muchas vidas, encarnaste por primera vez como ser humano. Naciste inocente, sin ninguna información en tu mente, curioso por experimentar la vida y la naturaleza. Fuiste por lo tanto muy vulnerable y crédulo, aceptaste sin discernir una infinidad de falsas creencias, de ritos y supersticiones, lo que transformo tu inocencia en ignorancia. Te identificaste con tu cuerpo, lo que te hizo sentir frágil, desamparado y se apodero de tu mente un miedo constante a morir.
En tu primera etapa evolutiva tu conducta la determinaron tus instintos, sobre todo el de supervivencia, que se rige por la ley del más fuerte y la de ojo por ojo y diente por diente. Te convertiste en un guerrero. Fue tu etapa de mayor animalidad e inconsciencia, cuando casi todos tus comportamientos eran automáticos. Te pasabas la vida en la lucha, la imposición, la agresión, huyendo o plegándote -por miedo- ante otros mas fuertes y agresivos que tu. Tus decisiones eran binarias, si o no, algo te atraía o te disgustaba y lo rechazabas, eras un fundamentalista sin ninguna de las ambigüedades de las posiciones intermedias que tanto enriquecen la experiencia.
Tus seres "amados" eran tus posesiones exclusivas, obligados a hacer lo que a ti te gustaba. Lo único que te importaba era tu propia satisfacción y como aún no habías desarrollado los sentimientos, poco te importaba hacer daño o inclusive llegar a matar, sobretodo si alguien osaba contradecir alguna de tus falsas creencias o tocaba alguna de tus posesiones. Eras tremendamente reactivo, conflictivo y pasabas grandes períodos en depresiones profundas y en oscuras desesperanzas.
En la sociedad en la que te encontrabas cumplías una función importantísima, eras el ¨malo¨, el creador de los eventos difíciles y de las correspondencias de aprendizaje generadoras de sufrimiento, con que los ¨buenos¨aprendían como funciona la realidad, como crear paz interior invulnerable y cual es la verdadera naturaleza del amor. Uno de cada 10 tiene esa función que contribuye a la evolución de la consciencia de los que van un poco más adelantados, en una sociedad de tercer nivel como la que existe en el planeta Tierra. Aquí la mayoría aprende por contraste inverso, es decir encuentran lo contrario de lo que buscan con sus acciones; buscan felicidad pero sus falsas creencias -las que creen verdaderas- los inducen a tomar decisiones equivocadas, lo que ineludiblemente los lleva a generar conflicto, desarmonía, pérdida de energía vital, depresión, sufrimiento y a somatizar enfermedades. Lo que es falso siempre genera sufrimiento para que puedas identificarlo con certeza.
Todo lo que te sucedía en la vida terminaba en un drama, porque nunca aceptabas las decisiones de los demás y las controvertías violentamente. Permanecías insatisfecho e infeliz al no poder lograr lo que querías y porque alejabas a las personas que te agradaban con tu intolerancia, tu inflexibilidad y tu orgullo. Si rezaste, siempre fue por miedo a la muerte o por temor al infierno. Nunca le agradeciste nada a Dios, al que siempre viste como un poder superior, un ser inquisidor, insensible e iracundo, dedicado a juzgar y a castigar los errores que tu ignorancia te forzaba a cometer.
Muchas vidas transcurrieron en ese difícil proceso de prueba y error, en las que buscaste eludir el sufrimiento que tus conductas equivocadas y egoístas generaban en tu vida y en la de tus seres queridos. Desarrollaste un gran anhelo por ser feliz que lleno tu mente de culpas y vergüenzas al darte cuenta de las conductas reactivas, desalmadas y conflictivas que manifestabas, las que aprendiste a reconocer por el profundo sufrimiento que generaban.
Comenzó a surgir un leve destello de luz en tu consciencia y poco a poco, comenzaste a desarrollar sentimientos; por puro egoísmo comenzaron a importarte los demás, al reconocer que tu felicidad dependía de que evitaras agredirlos, golpearlos y doblegarlos. En ese maravilloso momento en el proceso evolutivo de tu consciencia, te fuiste hasta el otro extremo del péndulo, a experimentar un fuerte contraste con lo que habías vivido hasta entonces. Te convertiste en ser "bueno", al que solo le importaban los demás...
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