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miércoles, 13 de febrero de 2013

EL MICROONDAS UNA MALA COMPAÑÍA



Si calientas o cocinas tus alimentos en un horno microondas por la rapidez en que lo hace, dañas los alimentos, tu salud y logras envejecer prematuramente. El horno usa energía electromagnética en la frecuencia vibratoria de las ondas de radio para generar un campo magnético oscilante que impulsa las moléculas de los alimentos a girar y alinearse polarmente con ese campo magnético, inmediatamente al interrumpirse la señal regresan a su posición original. Ese movimiento giratorio sucede 245.000.000.000 veces por segundo, lo que causa fricción y un drástico aumento de la temperatura de las moléculas de los alimentos.

Desafortunadamente esos giros y roces alteran, deforman e incluso desintegran las moléculas de los alimentos destruyendo sus nutrientes y convirtiéndolos en comida muerta, inútil. 

Además al descomponer las moléculas crea radicales libres, átomos con un electrón sin pareja que buscando emparejarse ataca los enlaces moleculares orgánicos de las células, en los que almacena su energía vital. Y lo que es peor aun, al deshacer ese enlace, las partes que lo conformaban se convierten a su vez en radicales libres, lo que genera reacciones en cadena sumamente dañinas.

Así destruyen la fuerza vital del alimento y descomponen el ATP,  la molécula de Adenosín Trifosfato, C10H16N5O13P3, que usan las células del cuerpo para crear su energía vital. La usan para catalizar las reacciones químicas de sus procesos metabólicos, armar moléculas de ADN, respirar y contraer los tejidos musculares. 

Como ejemplo del daño que te haces, si cocinas un brócoli en el microondas logras que pierda el 97% de sus nutrientes y de su fuerza vital, si lo cocinas en una estufa eléctrica pierde solo el 11%. Además los alimentos que cocinas en microondas, crean un quimo duro, seco y pegajoso -la masa pastosa de alimentos digeridos que salen del intestino delgado hacia el colon- lo que lo obliga a realizar un gran esfuerzo para desplazarlo y evacuarlo, proceso que le toma más tiempo y genera estreñimiento.

Tu salud es una de tus correspondencias de aprendizaje, logras mantenerla cuando asumes la responsabilidad sobre todo lo que piensas, sientes creas, y usas en tu vida, el microondas incluído 

viernes, 2 de septiembre de 2011

Hun’ab-K’uh, El corazón de la Vía Láctea y el número 26

Vivimos en una galaxia espiral a la cual llamamos la Vía Láctea. Los mayas la veían como un sistema de astros ordenados jerárquicamente que se mueven en giros concatenados, mientras orbitan alrededor de su centro, donde creían se encontraba el palpitante corazón de Hun’ab-K’uh. Así llamaban al vasto organismo, a la manifestación de vida infinita, que contiene todo lo que existe. El grandioso ser vivo que nosotros llamamos Universo.


La ciencia actual afirma que en el centro de la galaxia se encuentra el 5% de la masa de todas las estrellas que ésta contiene. Se trata de una esfera un millón de veces más grande que nuestro Sol y tres millones de veces más densa, por lo que tiene una enorme fuerza gravitacional que aglutina a su alrededor y mantiene en movimiento a millones de estrellas.


Actualmente se la llama Sagitario A* y se encuentra a 26.000 años luz de distancia de nuestro Sol, que da un giro a su alrededor en 260’000.000 de años, a una velocidad aproximada de 260 km por segundo. Lo cual significa que cualquier acontecimiento que observemos en ese lugar, realmente ocurrió hace 26.000 años. Desde que nuestro Sol nació, hace 4,57 billones de años, ha orbitado el centro de la galaxia 26 veces. 26=2x13 es un número que fue utilizado por los mayas en el Tzol-Kin -260 Kin Oob en 20 semanas mayas de 13 días, en 7 niveles- como fractal del orden que estructura los ciclos del universo. 26.000 años dura el Gran Ciclo Cósmico que medían con el Tzol-Kin para determinar la llegada del año 2012, el punto centro de ese intervalo, 13.000 años después del diluvio universal.


La ciencia aún no tiene información suficiente para saber con precisión qué sucede en el centro de la galaxia. Tan solo se ha confirmado que Sagitario A* emana un flujo constante ondas de radio de muy baja frecuencia vibratoria y que pulsa periódicamente ondas de alta energía.