Los Budistas llaman las Cuatro Nobles Verdades a 4 afirmaciones fundamentales que Buda expresó -después de iluminarse- a los 5 discípulos con los que compartió por 7 años la vida de asceta en el bosque, en su primer sermon en el parque de los venados de Sarnath, que el llamó ¨poner en movimiento la rueda de la verdad¨:
La primera verdad que expresó Buda es que el sufrimiento es una condición inherente a la realidad y a la vida. La vida del ser Humano es un estado semipermanente de sufrimiento, en la que los pocos momentos felices no duran, un estado desagradable, generador de insatisfacciones que él llamó -El Dhukka- . El hombre nace sin poder, víctima de las circunstancias, de fuerzas y condiciones exteriores, en una realidad impermanente e irreal, donde el sufrimiento, la incertidumbre, la vejez, la enfermedad, el dolor, la desesperanza y la muerte son sus condiciones inherentes.
Todo esta sujeto al sufrimiento, a la insatisfacción, a la enfermedad y a la imperfección, no hay nada en el plano físico o en el mental que genere una satisfacción profunda y duradera. La vida es como una rueda que no es perfectamente circular por lo que hace brincar el coche en cada giro produciendo desagrado y sufrimiento en el cochero. Afirmó que para comenzar a explorar la realidad y las profundidades de la propia mente, hay ver la realidad y la vida con esa ¨Visión Correcta¨.
Hoy, 2500 años después de su primer sermón podríamos decir que esa afirmación no es del todo cierta, gracias a que el hombre ha iluminado mucha de la oscuridad de su ignorancia. El nivel de consciencia promedio de la humanidad ha ascendido del segundo nivel, el nivel de los guerreros ¨que se regían por los códigos de ¨Ojo por ojo y diente por diente¨ y por la ¨Ley del más fuerte¨ lo que en sus tiempos generaba un tremendo nivel violencia y de sufrimiento, al Tercer nivel. El nivel actual en el que predomina el materialismo regido por los códigos de la competencia, del tiempo es oro, la falsa creencia que las posesiones y la propiedad privada garantizan la sobrevivencia y el control de los demás garantiza una felicidad egoísta. Estados de ser que permiten sin ningún remordimiento la coexistencia de una riqueza hedonista sin limites, al lado de una miseria extrema.
En ese mismo primer sermón Buda habló de la existencia de esos dos extremos, la de aquellos que permanecen en la indulgencia de las gratificaciones sensuales y el de aquellos que practican la auto mortificación y la queja permanente de víctima inocente. Afirmó que ambos estados de ser están dominados de distinta manera por el deseo: por lo que no se tiene y el apego por lo que se posee. Estados inútiles que lo único que hacen es extender la rueda de reencarnaciones indefinidamente.
Hoy una gran mayoría ya no experimenta el grado de sufrimiento que los hombres en los tiempos de Buda experimentaron. Una pequeña minoría ya tiene información de sabiduría que le ha permitido trascender sus falsas creencias y sus falsas conductas para trascender gran parte de su sufrimiento y mantener una felicidad semipermanente. Siempre comprometidos con su perfeccionamiento espiritual -sin convertirse en monjes- utilizan el mismo camino de El Dharma que condujo a Buda al Nirvana.