Hoy quiero revelarles una decisión que agradezco profundamente: El haber estudiado arquitectura. En la universidad de Los Andes me enseñaron a imaginar ordenadamente, lógicamente, funcionalmente. Eso me ha permitido divertirme creando cosas muy diversas, edificios, unidades móviles y estudios de televisión, comerciales y programas de televisión, patrones para telas, piezas de cerámica, animación tridimensional, piezas publicitarias, libros, logos, talleres sobre la evolución de la consciencia, sobre física cuántica, sobre alquimia, retiros en oscuridad, viajes a lugares de alta energía, meditaciones con psicomágia e imágenes arquetípicas, guiones para impulsar la evolución de la consciencia por televisión, incluso me ha permitido crear y seguir transformando a Arcobaque. Creo que todo el mundo debería estudiar arquitectura para aprender a imaginar -sin fantasías- lo que desee.
Las ciudades, las carreteras, los edificios y todo lo creado por el hombre en el plano físico, existe a gracias una serie de imaginadores profesionales, arquitectos, ingenieros, urbanistas -que muchas veces sin saberlo conscientemente- usan su imaginación para crear en el Etérico. Nada puede manifestarse en lo físico sin haber sido creado primero en el Etérico. En el Etérico están los moldes de lo físico. De no ser por ellos todavía viviríamos en cavernas.
Todos utilizan la imaginación como parte de su función para derivar los ingresos que les permite vivir. Sin embargo no todos han descubierto el extraordinario valor de la herramienta que utilizan, la conexión que establece con lo sutil, el poder para manifestar que fortalece.
Para que eso suceda se requiere primero dejar de ser víctima, porque quien se siente víctima inocente no cree tener ningún poder para crear o transformar su realidad. El poder se lo entregaron a sus victimarios. Usaron su poder para convencerse asimismo que no tienen ningún poder. Se auto hechizaron y ahora amarrados por una camisa de fuerza auto impuesta, solo aciertan a rezar para pedir lo que desean -si es que rezan- o se convierten en ateos desconectados del arriba, de la fuente de información y creatividad.
La imaginación funciona como herramienta de manifestación siempre que este conectada al presente, a lo que existe aquí y ahora, cuando lo que se visualiza es su transformación. Desconectada del presente, sin una clara y lógica proyección hacia el futuro, es una simple fantasía. La imaginación es energía e información que dirige y guía a la consciencia creadora en la Gran Mente, a que le de forma -en la sustancia- a una intención con el propósito de producir una experiencia.
Cuando más la empleamos es cuando somos niños, sin embargo esa conexión mágica con la realidad la perdemos cuando crecemos y nos ¨adulteramos¨. Al crecer olvidamos como utilizar las conexiones que tenemos con la Gran Mente, creemos que imaginar es ocupar nuestra mente en fantasías, en imágenes inconexas en las que la causa y el efecto se superponen como en los sueños, sin ningún lógica y sin ningún orden. Al crecer nos convencemos que nuestros pensamientos no afectan de ninguna manera nuestra realidad.
Al crecer reemplazamos la imaginación por la preocupación, que es la imaginación del miedo, de la desconfianza y de la baja autoestima. Nos convencemos que para hablar con Dios -para conectarnos con la Gran mente, contenida en la Gran Consciencia que manifiesta el Unico Ser para encontrar comprensiones sobre si mismo- necesitamos ir a templos físicos a participar en rituales colectivos basados en el miedo, en los que todos piden -como mendigos- lo que pueden aprender a crear por si mismos. Nos convencemos que solo lograremos conectarnos verdaderamente con Dios -al llegar a su presencia en espera de su juicio inmisericorde- cuando estemos muertos.
Al convertirnos en ¨adultos¨ nos olvidamos de agradecer lo que logramos manifestar con intención firme, con imaginación clara. Nos olvidamos de agradecer el orden que existe, la realidad perfecta para aprender, la diversidad extraordinaria, la consciencia que nos permite saber que existimos, por amor. Nos olvidamos de agradecer -todos los días- los errores que cometemos, porque los resultados de sufrimiento que siempre producen, son la oportunidad que nos damos a nosotros mismos para encontrar y trascender las causas que los generan. Causas que siempre están en nuestra mente, en nuestras falsas creencias, en nuestros prejuicios, supersticiones, en nuestra visón equivocada sobre el bien y el mal, en nuestras conductas ácidas, egoístas, reactivas y autodestructivas.
La imaginación es la primera herramienta para manifestar, la segunda es el agradecimiento. Quien no agradece no establece una conexión con el arriba, por ese canal -que siempre debemos abrir nosotros- es por donde descienden las intuiciones, la inspiración, las ideas geniales, las oportunidades y las sincronicidades que nos ayudan a que lo que imaginamos se manifieste. Logramos manifestar cuando mantenemos muestra mente en alta energía, cuando le demostramos a las jerarquías y a las divinidades el compromiso de auto perfeccionamiento que tenemos con nosotros mismos, de otra manera no recibimos el apoyo sincrónico del universo entero, ayudándonos a convertir probabilidades de ser en actualidad manifestada.
Si quieres aprender a manifestar, deja de ser víctima y dedica todos los días un espacio a imaginar y a agradecer lo imaginado como si ya hubiera sucedido.
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